Efrén Hernandez
«Efrén Hernández no ha contraído la literatura francesa porque tiene apenas los años que son necesarios para haber vivido en pueblos de México en que no hay librerías, dedicado a boticas y a estudiante de leyes, y porque vive en una casa de huéspedes en la que ha instalado una luz eléctrica suya propia sin metáforas, con focos que no ha comprado. Tiene, además, roto el vidrio de su anteojo derecho y lo ha soldado con cinta de aislar. Ha escrito lo que ha querido, sin gritar, sin buscar la notoriedad y con la misma inocencia con que saluda a las personas a quienes no conoce. Una mañana que me aquejaba como nunca del dolor de ver que nuestros jóvenes profesionales de la literatura profesional ya no tienen remedio; y que a ciegas buscaba entre los verdaderos jóvenes quién o quiénes serían las verdaderas personas capaces de prescribir sin formulario medicinas para mi espíritu, vinieron a mí unas cuartillas de concurso que debía revisar. Así penetró en mi admiración más ferviente lo que se acaba de leer. Ninguno de mis amigos ni de mis ex amigos es capaz de escribir así. Porque he tratado después a Efrén Hernández y no conoce más autores franceses que Charles Gide. Por él he recobrado la esperanza y la fe. Y le doy aquí mi ¡viva! más mexicano y mi consejo más serio: que no aprenda nunca francés.» (Epílogo al cuento, «Tachas» Editorial: Liga Nacional de Estudiantes, México, 1928.) |