Pájaros que se quedan: Otoño en Pensilvania de Eduardo Jordá
Allí estaba la América Profunda que vivía en una roulotte aparcada en mitad de un bosque o en el extremo de un área de servicio: esa América que no creía en los discursos de los políticos y que no siquiera se inscribía en los colegios electorales cuando llegaba la hora de votar; esa América que había aprendido a vivir sin esperanzas ni alegrías, o con muy pocas, como en los cuentos de Raymond Carver o de Richard Ford.
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