El Mandarin de Eca De Queiros
¡Entonces, en un instante y de un solo trago, apuré con la imaginación, las voluptuosidades del Lujo, las delicias del Amor, el orgullo del Poder! Pero luego un gran hastío fue invadiéndome el alma y, al notar el mundo a mis pies, bostecé como un león ahíto... ¿De qué me servían al fin tantos millones sino para recordarme, día a día, la desoladora afirmación de la vileza humana?...¡Y así, al contacto de tanto oro, desaparecería a mis ojos, como humo, la belleza moral del universo! |