Si Auschwitz no es nada: Contra el negacionismo de
Donatella di Cesare
Decir que el exterminio tuvo lugar es recordar, como hace el lenguaje, el lugar fragilísimo que emergió del abismo de Auschwitz. Esto no impide que sigamos examinando ese abismo con angustia y sufrimiento, con piedad y justicia. Pero recordar el lugar de las cenizas, que surge de las ruinas, significa también hacer posible el compartir para afrontar juntos lo ocurrido. Rememorarlo y recordarlo no significa sustraerlo del cuestionamiento, sacralizarlo, sino protegerlo de la ambigüedad del cuestionamiento, o más bien del interrogatorio. Las comunidades que viven hoy en Europa están fundadas en el lugar de ese abismo, que no pueden borrar, a menos que se precipiten en él, sino que deben asumir en un pasado que se conjuga con el futuro. En un sentido principalmente político, el hecho de que hubiera cámaras de gas y crematorios no puede ser una cuestión de opinión. Porque es el lugar vulnerable compartido, el abismo que, uniendo y fundando la comunidad, no puede ser cuestionado.