Probablemente no lo haya entendido. Tiene toda la pinta. Me he venido arriba, vi ese argumento surrealista en el que se mezclaban historias desconcertantes como si fuera la improvisación de un músico de jazz y pensé en que, al igual que la música, no sería necesario más que sentimientos para poder disfrutar de la melodía. Puede que quizás me cogiera bajo de forma. De cultura, de libros y de pensamientos. Puede que yo, en un alarde de vanidad, pensara que estas páginas iban a ser una demostración de que mi bagaje acumulado con los años servía para algo. Pero no. Leer este libro es toda una experiencia. Buena o mala, depende de ti como lector y de las expectativas que puedas crear. Para mi ha sido una pesadilla, aunque puede que esa haya sido la auténtica intención del autor que parece buscar, a lo largo de sus numerosas tramas, el desconcierto, la incertidumbre y la anulación de cualquier tipo de razonamiento ante lo que tienes entre manos. Se que todo en este libro es simbolismo. Que cuenta más de lo que parece y que todo lo que se narra está ahí por una extraña razón. Se que, cuando vas pillando todos los por qués escondidos en esta novela, tu cabeza comienza a explotar hasta el punto en que te dan ganas de aplaudir con las orejas. Pero yo no he entendido de esta historia nada. Ni las referencias, ni las intenciones, ni el juego con el lector, ni las bromas filosóficas entre entendidos, ni la auténtica procedencia del las flores y sus peculiares usos culinarios. Esto es un caos absoluto, un bosque donde te pierdes y en el que te puedes quedar atrapado para siempre. Es extraño, porque no pude dejar de leer este libro hasta que llegas a ese ¿aclaratorio? final. Seguramente porque, a pesar de su caos absoluto, es una novela fascinante. Pero no puedo recomendar a nadie que lea esta novela. Salvo a aquellas personas a las que le guste las experiencias lisérgicas y quiera sentirlas de lleno entre las letras. + Leer más |