La camarera del titanic de Didier Decoin
Comprendía ahora, ensordecido, que había vivido cincuenta y dos años para ese único instante que lo justificaba todo. En adelante, pasará lo que pasase, volvería a descender la pendiente. Sin amargura, llevando consigo para siempre el recuerdo del segundo deslumbrante en el que la respiración de Marie había acariciado su rostro.
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