La fiebre de Dee Shulman
No tenía ni idea de cómo lidiar conmigo. Quería estar enfadada con ella yo también pero, en lugar de eso, sentí una oleada de compasión. Le había tocado un desastre de hija que no era capaz de hacer nada bien, ni siquiera lo más fácil. Tenía que irme de casa. Darles un respiro a todos. —Mira, mamá… lo siento —murmuré, y subí despacio las escaleras hasta mi habitación. |