Los asesinos de la luna: Petróleo, dinero, homicidio y la creación del FBI. de David Grann
La ciudad y la calle estaban desiertas, lo mismo que la pradera al fondo. «Estas tierras están empapadas de sangre», dijo Webb. Se quedó callada, y por un momento pudimos oír el viento agitando las hojas de los robles. Luego, la anciana repitió las palabras de Dios a Caín después de que matara a Abel: «La sangre clama desde la tierra».
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