La biblioteca de los libros rechazados de David Foenkinos
Delphine lo tranquilizaba, a veces con palabras y a veces con su cuerpo. Se vestía como quería él para que la desnudase como quería ella. Su mutuo deseo no precisaba artificios para no perder intensidad; y el amor físico seguía siendo su forma más fácil de conversar.
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