La música del pantano de Daria Pietrzak
Él se encargaba de cuidar de todos esos libros y se enorgullecía de ello; conocía cada uno de ellos por su nombre, su tamaña, su color y su ubicación, y era capaz de detectar en una fracción de segundo cuando alguno se encontraba fuera del lugar que le correspondía o cuando, por desgracia, había abandonado para siempre la librería para ir a un nuevo hogar.
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