Bajos fondos de Daniel Polansky
El sacerdote alcanzó un crescendo, o al menos creyó hacerlo. Seguía sin oír nada, pero sus gestos grandilocuentes y las bienaventuranzas que murmuraba el gentío, me indicaron que se había alcanzado una especie de punto álgido. Intenté encender un cigarrillo, pero el viento insistió en apagarme las cerillas, un total de media docena antes de darme por vencido. Era una de esas tardes.
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