Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito de Cristina Pina
Porque, casi está de más decirlo, Alejandra no era solamente la niña mágica y dolorida atrapada en visiones de la infancia desgarrada; la criatura perversa y casi brutal en su humor; el ser agónico acosado por fantasmas de locura, suicidio y muerte; la que sufría por no alcanzar "el" amor; la seria y sabia poeta consagrada como un sacerdote a la tarea de escribir poemas deslumbrantes; la que se sentía fea y capitalizaba esa sensación proclamando que la capacidad poética estaba en relación directa con la fealdad del escritor; la seductora nocturna y fascinante; la niñita desamparada; la empresaria de sí misma. Era todo eso y mucho más. Ante todo una persona tan contradictoria, terrible y maravillosa como puede serlo un artista de singular talento en un mundo indigente como el nuestro.
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