La casa de los amores imposibles de Cristina López Barrio
Ella releía a san Juan de la Cruz y él armaba en un cuaderno los esqueletos de sus primeros poemas. Trataban de una nostalgia que aún no había conocido; tan sólo era una nostalgia que observaba e intuía en la naturaleza. Las ramas de la madreselva que descansaban dócilmente unas sobre otras parecían guardar una ausencia, parecían esperar un regreso que las secaba y las hacía florecer de nuevo. Vivían y morían esperándolo, una y otra vez, en una condena perpetua en un círculo de nieve, hojas secas y lamentos solares.
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