Historias de mujeres casadas de Cristina Campos
... al escritor le cuesta desprenderse de sus personajes, porque los quiere. Los ha moldeado como él ha querido, dotándolos de una personalidad propia, de un físico elegido. Durante uno, dos, tres, cuatro, cinco años de su vida. Vive en la esquizofrenia y entre dos mundos: el suyo propio y el de sus personajes. Y si el escritor no se cree la historia que crea, no la vive, no goza con ella, no llora con ella, no ríe con ella, no siente el placer y dolor de su alter ego, nunca será capaz de persuadir al que la lee. Por todo eso cuesta tanto enterrar a tu personaje. Matarlo. Matar ese mundo que ya no pertenece al escritor sino al lector, y empezar un mundo nuevo.
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