El Segundo de Antes: Donde las dan las toman de Cristina Bou
No era su orgullo, ni sus fingidos desaires. Podía manejar todo eso. No, era algo más. Algo que se le aposentada en el pecho cada vez que ella le sonreía, algo que hacía que no pudiera dejar de recorrer la curva de su cuello, haz lo que le robaba el aliento como después de recorrer diez kilómetros en su bicicleta.
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