Buenas hermanas de Costa Alcalá
El tiempo no se detiene. Esa es, en realidad, una de las verdades irrenunciables en la vida, una que nada ni nadie puede corromper: que el tiempo pasa, siempre con la misma cadencia. Eso sí, la percepción de la velocidad a la que eso ocurre sí que es algo subjetivo, sujeto a los caprichos de cada uno.
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