La ley de los justos de Chufo Lloréns
La vida le sonreía, ofreciéndole todas las ventajas imaginables. Nada le faltaba. Llegado el momento sería muy rico; era joven, hermoso como un dios del Olimpo; difícilmente se le resistía alguna mujer, ya fuera casada, viuda o soltera. Era socio del Círculo del Liceo y del Club de Esgrima, y su vitola de ex campeón de España de florete le abría las puertas de los círculos más cerrados y exclusivos y de los mejores salones, donde su reputación de afamado deportista lo proveía de una aureola envidiada por los hombres y, sin embargo, dotada a la vez de un encanto que atraía a las más bellas de entre las bellas, las cuales caían rendidas como las mariposas a la luz.
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