Un lord aburrido de Christine Cross
(…) No era tan hermosa como otras mujeres que había conocido, pero en ese momento reconoció que se sentía atraído por ella. Le gustaba su espíritu libre, si franqueza y hasta su insolencia. Allí de pie, iluminada por la tenue luz de las velas que brotaba del salón, parecía una ninfa de fuego. (…)
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