Jane Eyre de Charlotte Brontë
—Tome —me dijo, tendiéndome un billete de banco: era de cincuenta libras y me debía solo quince. Le dije que no tenía cambio. —No quiero cambio, ya lo sabe. Coja su salario. Me negué a aceptar más de lo que me debía. Al principio puso cara de mal humor, pero luego dijo, como si hubiera recordado: —Está bien, entonces. Será mejor que no se lo dé todo ahora; a lo mejor estaría fuera tres meses si tuviera cincuenta libras. Aquí tiene diez, ¿no es suficiente? —Sí, señor, pero me debe usted cinco. —Vuelva para cobrarlas; soy su banquero por cuarenta libras. |