La suerte del enano de César Pérez Gellida
Nunca se ponía si no era con ese pretexto. Era como si la coca le activara esa parte del cerebro que había sido instruida para la confrontación y se multiplicarán sus capacidades. Los efectos no tardarían en llegar, favoreciendo su estado de alerta, su agudeza sensorial y, de paso, su desinhibición empática frente a las normas morales.
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