Sola en el castillo de Cécile Coulon
Ventanas a cada lado, redondas, daban al bosque, por lo que el Bosque Dorado entraba en la habitación como un gato por una puertecilla.
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Sola en el castillo de Cécile Coulon
Ventanas a cada lado, redondas, daban al bosque, por lo que el Bosque Dorado entraba en la habitación como un gato por una puertecilla.
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