La casa al final de Needless Street de Catriona Ward
Cerré los ojos y respiré hondo para calmarme. Cuando volví a abrirlos, la muñeca rusa me sonrió, rechoncha. Estaba junto a la caja de música. La bailarina, Eloise, se erguía orgullosa, con los brazos perfectos, las manos cruzadas en el aire, sobre la cabeza. Mamá y papá me sonreían en la foto. Mi preciosa alfombra naranja era como una pelusa suave bajo los pies. De inmediato me sentí mejor. Todo iba bien. Estaba en casa. |