Rojo, blanco y sangre azul de Casey Mcquinston
Cuando era pequeño, antes incluso de saber como se llamaba, Alex soñaba que el amor era como un cuento de hadas, que un día llegaría a su vida a lomos de un dragón. Cuando se hizo un poco mayor, descubrió que el amor era una cosa rara que podía fracasar por mucho que uno luchase por conservarlo, que al fin y al cabo era una decisión. Jamás imaginó que resultaría haber acertado en los dos casos.
|