El Aval de Carmen Martínez Pineda
Y esa afición por la cultura, ese anhelo de aprender y prosperar que a alguno nos embargó muy pronto, sentó mal a mucha gente, a los caciques rancios. Eso no me lo perdonaron, ni entonces ni ahora. Por eso están sobre mí, por eso me vigilan. No les importa que los hombres compren tabaco de contrabando, ni que organicen timbas a escondidas, pero sí que lean, si que escriban, sí que piensen. Porque aquí lo más importante, lo primordial, Catalina, es anular tu pensamiento. Y al anular la razón de un hombre, anulan su vida entera.
|