No soy un monstruo de Carme Chaparro
No importa las horas que hayas trabajado antes o lo poco que hayas dormido. Para el espectador solo importan los cuarenta segundos en los que apareces en pantalla. Si tienes ojeras, o un mechón de pelo mal puesto, o se te ha torcido la chaqueta, o te patina una letra, es eso en lo que se fijarán. Lo que puede arruinar todo tu trabajo.
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