La persuasión y la retórica de Carlo Michelstaedter
El hombre domesticado es reducido a no salir del límite de su realidad, su modo directo es el signo de una determinada relación cercana: semejante al hombre que sueña, que recorre con la luz de su mirada puntual toda una serie, que, dado que no ve las cosas lejanas como próximas, se aproxima a las cosas lejanas para ver: si el interés quiere aclarar un elemento que en la visión actual es incierto, se transporta de inmediato hasta él y lo hace objeto de la sucesiva visión.
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