Esta noche no hay luna llena de Care Santos
Nada se parece más a la muerte que el sueño de un hematófago. Solo una cosa puede perturbarlo: la luz del sol. Desde que cierra los ojos con el primer anuncio del amanecer hasta que vuelve abrirlos en la oscuridad de la noche, Abel no forma parte de este mundo. Su corazón late con una lentitud imposible, apenas respira, no hay actividad bajo sus párpados, sus músculos están paralizados. Tampoco sueña. Nunca. |