El hombre de tiza de C. J. Tudor
Yo tenía las piernas más largas, pero mi falta de coordinación era absoluta y se me daba fatal correr. Me acordé vagamente de un viejo chiste que contaba mi padre sobre lo que ocurría si te perseguía un león. Daba igual que corrieras más que él; lo importante era correr más que la persona más lenta del grupo. Por desgracia, la persona más lenta era yo.
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