Yumi y el pintor de pesadillas de Brandon Sanderson
La energía de una feria es la gente. La emoción se vierte. Fluye como en ríos. Si preguntáis a cualquier feriante, todos coincidirán en que existe una corriente de frenesí en las ferias. Sí, es completamente artificial. También lo es la electricidad que alimenta una bombilla. Ser artificial no significa que algo no sea genuino: solo significa que tiene un propósito. Es esa energía de la emoción lo que las ferias aprovechan, devoran, explotan. Y por mucho que la gente las llame estafas o chanchullos, no son nada de eso. Vamos a ellas para que se nos explote. Forma parte de su encanto. Mientras uno está allí, entre la vertiginosa sobrecarga de luces, conversaciones, entusiasmo, suelos pegadizos y gente amontonada, siente que por fuerza tiene que haber energía más que suficiente para todo el mundo. La euforia humana es un recurso renovable. Y puede generarse a base de peluches cutres y fritangas. |