Yumi y el pintor de pesadillas de Brandon Sanderson
—Estoy preparada para tus enseñanzas, maestro instructor —dijo con una profunda reverencia. —¿Me llamas así porque me molesta? —preguntó él. —Sí —dijo ella, inclinándose de nuevo. —¿Lo reconoces? —¿Por qué si no iba a llamarte cosas que no te gustan? —dijo Yumi—. En fin, pensaba que era evidente. Pintor meneó las manos y se sentó en su altar. —¿Chinchar a la gente no va contra el… código de las chicas espirituales, o lo que sea? —Tu mundo —dijo ella alzando la barbilla—, tus reglas. Y por lo que he visto, Pintor, chinchar a la gente viene a ser una religión para ti. [...] —No te entiendo —dijo— en absoluto. —Soy tu humilde discípula —afirmó ella con otra reverencia— en el complejo arte de la pintura. —Supongo que sí. —Y el arte aún más complejo de ser irritante. |