Yumi y el pintor de pesadillas de Brandon Sanderson
Es aterrador cómo se transforman las pesadillas. Me refiero a las pesadillas normales, no a las que se pintan. A los sueños terroríficos, a cómo cambian. Cómo evolucionan. Ya es bastante horrible encontrarte con algo que da miedo estando en vela, pero al menos esos horrores mortales tienen una forma, una sustancia. Aquello que tiene forma puede comprenderse. Aquello que tiene masa puede destruirse. Las pesadillas son un terror fluido. En el mismo instante volátil en que le pillas el truco a una, va y cambia. Rellena los recovecos del alma igual que el agua derramada cubre las grietas del suelo. Las pesadillas son una gelidez supurante creada por la mente para castigarse a sí misma. En ese aspecto, una pesadilla es la viva definición del masoquismo. La mayoría somos lo bastante discretos como para mantener esa clase de cosas apartada, oculta. |