Lecciones de química de Bonnie Garmus
Los seres humanos tienen la necesidad innata de creer en algo superior a ellos.
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Lecciones de química de Bonnie Garmus
Los seres humanos tienen la necesidad innata de creer en algo superior a ellos.
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Lecciones de química de Bonnie Garmus
Pero ¿acaso no hallamos más consuelo en la ciencia? ¿En las cosas demostrables y que, por tanto, son susceptibles de mejora? No concibo cómo nadie puede creer que algo escrito por una partida de borrachos milenios atrás alberga un ápice de verdad. No estoy haciendo ningún juicio moral en lo que a eso respecta: esa gente tenía que beber, carecía de agua potable. En fin, me pregunto qué verdad encontrarán en esas patrañas que cuentan (arbustos en llamas, panes caídos del cielo), especialmente si se comparan con una ciencia basada en pruebas. Nadie en la faz de la tierra optaría por las sangrías de Rasputín teniendo a su alcance las innovadoras terapias de Sloan Kettering. Y sin embargo, hay montones de personas que se empeñan en creer esas patrañas y encima tienen la desfachatez de hacérselas creer a otros.
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Por otro lado, ¿no era ésa la definición misma de la vida? ¿Una adaptación constante determinada por una serie interminable de errores?
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Me preocupa que pueda ser una mutación genética. Puede que tanto Calvin como yo fuéramos portadores ...le confió Elizabeth a Harriet. ¿Del gen no soporto a la gente te refieres? ¿Existe tal cosa? |
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La verdad es que, si lo piensa, remar es casi lo mismo que criar a un niño. Las dos cosas requieren paciencia, aguante, fuerza y entrega. Y ni una ni otra nos permiten ver hacia dónde vamos, sólo de dónde partimos.
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El Reader’s Digest era su publicación favorita. Increíble como una mención en un libro puede evocar tantos recuerdos... cuando era pequeña también era mi favorita. |
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Ya había fracasado una vez a la hora de proteger a un ser querido. Nunca más volvería a suceder.
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Aunque, tristemente, también él tenía ganas de irse al otro mundo. Peor aún, sospechaba que Elizabeth se encontraba en la misma tesitura que él, que aun anhelando la muerte, se sentía en deuda con él y no quería abandonarlo. La lealtad era un asunto muy complicado.
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...ahora era consciente de que hacerla feliz lo hacía feliz. Y mientras cogía las zapatillas de correr pensó que eso, el hecho de estar dispuesto a cambiar por otra persona, no podía ser sino la definición del amor.
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o que descubriera de pronto lo que el obispo había descrito en una ocasión como su gran defecto: su incapacidad natural para despertar amor.
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La gente como mi padre predica el amor, pero está llena de odio. No puede tolerar a nadie que amenace sus limitadas creencias.
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Una cosa era ser brillante, pero ser brillante sin haber gozado de oportunidades en la vida era todo un triunfo. Si Mozart hubiese nacido en el seno de una familia humilde de Bombay en lugar de en una familia acomodada de Salzburgo, ¿acaso habría compuesto la Sinfonía n.º 36 en do mayor? Desde luego que no.
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Elizabeth se imaginó viviendo en una sociedad así. En un lugar donde nadie la confundiera automáticamente con una secretaria; un lugar en el que, al presentar los resultados de sus investigaciones en una reunión, no tuviera que lidiar con hombres que no dejaban de hablar entre sí sin prestarle atención, o peor aún, que se atribuyeran los méritos de su trabajo.
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Elizabeth también albergaba rencores. Los suyos, sin embargo, se dirigían fundamentalmente contra una sociedad patriarcal basada en el principio de que la mujer era un ser inferior. Inferior en capacidad. En inteligencia. En inventiva. Una sociedad donde se suponía que los hombres trabajaban y hacían cosas importantes y las mujeres se quedaban en casa al cuidado de los niños.
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Como a tantas personalidades brillantes, a Calvin le desesperaba la ignorancia.
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Bonnie Garmus
A todo lo ancho y largo del país, las mujeres saltaron de sus sofás y aporrearon las mesas de sus cocinas
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La gente siempre anhela que le resuelvan de forma sencilla la complejidad de sus problemas. Es mucho más fácil tener fe en algo que no se puede ver, tocar, explicar o cambiar que en algo que de hecho sí puedes.
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La gente como mi padre predica el amor, pero está llena de odio. No puede tolerar a nadie que amenace sus limitadas creencias.
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Preparar una fiambrera está al alcance de cualquier hombre, señor Pine. No es una imposibilidad biológica.
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Elizabeth le había enseñado que había centenares de idiomas, miles tal vez, y que no existía ningún ser humano en el mundo que los hablara todos. De hecho, la mayoría sólo hablaba uno, quizá dos, a menos que fueran eso que llamaban suizos, que hablaban ocho. No era de extrañar que los humanos no entendieran a los animales. Apenas se entendían entre ellos.
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El invierno en...