Northumbria, el último reino de Bernard Cornwell
Me gustaba Ragnar. Me gustaba mucho más de lo que me había gustado mi padre. Yo tendría que estar muerto, por derecho, y aun asi Ragnar me había salvado, me mimaba y me trataba como a un hijo, me llamaba danés, y me gustaban los daneses. Con todo, incluso entonces sabía que no era danés. Era Uhtred de Bebbanburg y me aferraba al recuerdo de la fortaleza junto al mar, de las aves gritando por encima de las olas, de los frailecillos batiendo las alas contra las currucas, de las focas en las rocas, del agua blanca rompiendo contra los acantilados.
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