Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Su mujer competía en elegancia con una boya de las que están ancladas en el mar para amarrar con ellas los barcos. Su paso era difícil, lento y pesado y cuando se sentaba, no había medio de que se levantara sin ayuda. Su cara redonda semejaba un farol de alcaldía o casa de socorro, porque era roja y parecía tener luz por dentro, de tal modo brillaba.
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