Sol de julio de Azucena Fernández
A lo lejos el mar se fundía con un cielo azul, tan azules los dos que no se distinguían. Respiré con todas mis fuerzas y entonces sentí los aleteos en el estómago, las mariposas. No iban a abandonarme, aquella era una de mis nuevas certezas. Me eché a reír y cerré los ojos.
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