Conocemos a Andrea, nuestra protagonista, lleva dos años trabajando como azafata pero está muy emocionada ya que es su primer vuelo a Reikiavik. Nos muestra la realidad de las azafatas de una manera divertida. Como miembros de la tripulación tenemos a: - Álvaro, el comandante. Después de este vuelo se jubila ya un poco pasado de rosca. - Javier, el primer oficial. Aún le entran sudores fríos cuando el comandante tiene que salir de la cabina. - Sara, la jefa de cabina. Ya esta de vuelta y todo y su destino favorito es la cama del hotel. - Martín, el nuevo. Le echa mucha cara a la vida y no pierde la sonrisa. Eso sí, no perdona la pausa del bocadillo. - Andrea, nuestra protagonista. No calla ni aunque le falte el oxígeno y siempre guarda un as bajo la manga para solucionar los problemas. - Tati, la veterana. Tiene respuesta para todo y se sabe al dedillo el manual de operaciones. Aunque también he sentido como grandes protagonistas a los pasajeros. Tenemos todos los prototipos; la miedosa, la madre que tiene que viajar con los niños, el abuelo entrañable, el tocanarices, el que te pide las cosas a cuenta gotas pensando que tus paseos son gratis, el alarmista, el que no se entera... Es una historia que me ha sacado más de una sonrisa y si encima lo complementaba prestando atención a las ilustraciones no podía dejar de reir. Sinceramente yo no sé de dónde sacamos a veces tanta paciencia, como persona que ha trabajado mucho de cara al público he podido sentirme muy identificada. Un libro ideal para desconectar y pasar un rato agradable con un buen café. + Leer más |