Azúcar quemado de Avni Doshi
Las cosas cambiaban sin cesar, y yo valía lo que valía mi atractivo físico, algo que se acabaría, igual que le había pasado a ella. Tuve la clara sensación de que le producía placer decirme esas cosas, saber que sufriría como había sufrido ella, y que encontraba consuelo en ver que el dolor seguiría existiendo y que yo no me lo ahorraría. Cuando evoco esos días, me pregunto si alguna vez me vio como una niña a la que quería proteger. ¿Me vio siempre como a una competidora o, más bien, como a una enemiga?
|