Solo de August Strindberg
Cuando vuelvo a pensar en la vida social, en eso que se considera educación, hallo que era solo una escuela mixta para el vicio. Tener que ver continuamente lo feo es, para quien posee el sentido de la belleza, una tortura que te induce a considerarte un mártir. Verse obligado a cerrar los ojos ante las injusticias, por pura consideración, es una escuela de hipocresía. Acostumbrarse a callar el propio punto de vista, también por consideración, hace de uno un cobarde. Finalmente, asumir la culpa de acciones que uno no ha cometido, por mero afán de conservar la paz, te va degradando imperceptiblemente, hasta que por fin llega el día en que uno se siente una basura; no escuchar nunca una palabra de ánimo le roba a uno el valor y la autoestima. Y soportar las consecuencias de los errores de los otros te encorajina contra la gente y el orden imperante.
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