La sombra del águila de Arturo Pérez-Reverte
—¡Murat! El mariscal Murat, emperifollado como para un desfile, se cuadró con un taconazo. Iba de punta en blanco, con uniforme de húsar y entorchados hasta en la bragueta (…) —Murat. —Sí, Sire. —Sugiera algo de una puñetera vez. |