Hombres buenos de Arturo Pérez-Reverte
—Parece la suya una interesante asamblea de sabios, ¿verdad?... —se admira la señora—. Una especie de policía del habla castellana,es de suponer. —Lo que allí hacemos, en lo posible —matiza el bibliotecario—, es registrar el uso que los hablantes dan a nuestra lengua, orientándolos con el Diccionario, la Ortografía y la Gramática, sobre los vicios que la afean… Pero en última instancia,el dueño de un idioma es el pueblo que lo usa. Palabras que hoy suenan mal por extranjerizantes o vulgares pueden acabar, con el tiempo, formando parte del habla común. —Y cuando eso ocurre, ¿qué hacen ustedes y sus compañeros? —Llamar la atención sobre lo correcto, según nuestros mejores autores. A su limpio uso del castellano nos remitimos para fijar criterios. Pero si un mal uso se extiende de modo irremediable, no queda sino aceptar los hechos… Al fin y al cabo, las lenguas son herramientas vivas, en evolución constante. |