Sidi de Arturo Pérez-Reverte
A Ruiz Díaz lo abandonó la razón cuando quebró su lanza, clavándola en el cuerpo de su jinete moro que se interpuso entre él y el del caballo negro. El impacto le dejó el brazo dolorido. A partir de entonces, mientras el moro caía desarzonado, sólo supo matar y no morir.
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