El italiano de Arturo Pérez-Reverte
Resisten sin derrumbarse aunque están deshechos de fatiga. No consiguen quebrarlos. Sólo repiten nombre, grado y número de identificación, pero brillan sus ojos cuando se les menciona el crucero hundido y el incendio del petrolero, que sigue ardiendo en el puerto. La gente se asoma a Contemplarlos como si fueran fenómemos de feria. Al principio los insultaban. Ahora casi todos los miran Con respeto.
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