La niña alemana de Armando Lucas Correa
Quisiera lanzarme al mar. A esas aguas oscuras que hacen oscilar al Argus. Es mi última oportunidad. No quiero oír nada más, solo espero que se detenga el motor. De golpe, todos callan: llegamos al atracadero. Desde la orilla lanzan una cuerda. Silencio. Ahora sí. Silencio total. En medio de la calma, escucho por última vez la voz de papá, que se pierde en el aire, que resuena en un espacio donde soñábamos ser felices. —¡Hannah, olvida tu nombre! |