Allegro de Ariel Dorfman
–Esa palabra –dije–. He pensado mucho en ella. –Condolencias. –Sí. Viene del latín (…) CUM y DOLERE, sentir el dolor junto a, estar en sintonía o simpatía con el dolor ajeno. Y me he estado preguntando si toda la música, la mejor, la que usted y yo creamos, me pregunto si lo que hacemos (…) acaso no se trata de una larga condolencia hacia nuestros semejantes, un intento desesperado de acompañar y aliviar su congoja, el hecho de que ellos y nosotros debemos morir, expresar aquel dolor y conquistarlo a través de un territorio compartido de perfección, un presagio de inmortalidad que desmiente nuestro triste destino. |