Allegro de Ariel Dorfman
(…) lo que yo acababa de tocar, algo que continuaba indeteniblemente, algo que no quería que cesara, no quería yo ni mi audiencia quería que se detuviera nunca aquella búsqueda, porque ese viaje nos confirmaba que nuestra alma era inmortal, nos hizo alcanzar la insinuación de eternidad que hay en la flor y en la sombra, nos prometía que siempre habría más y más y más.
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