Belleza roja de Arantza Portabales
Culpa. La culpa no era un sentimiento fácil de gestionar. El dolor por la pérdida de un ser querido era comprensible. La culpa no. La culpa era un gusano que te iba royendo poquito a poco. Comiéndolo todo. Provocando un vacío dentro que no se podría llenar jamás.
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