La intérprete de cuerpos de Anne Frasier
Su vida se había reducido a esperar la llegada de los pasos de él por las escaleras, escucharlos arrastrarse por el suelo de cemento, aguardar a oír su voz cuando hablaba. ¡Por Dios! Si hasta había llegado a rezar con ansia por oír su voz, recibir sus visitas. Cualquier cosa era preferible al silencio que reinaba en su cabeza.
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