Porque el tiempo no para por nadie, porque en algún momento, con un poquito de suerte, todas y todos vamos a pasar por esto y nunca está de más conocer lo que nos va a tocar vivir más pronto o más tarde. Cuando me enteré de la existencia de este libro pensé: ya que la vejez es imparable, ¿por qué no mirarla cara a cara, pero con una sonrisa? Gran error, ha resultado ser un monólogo muuuuuy largo, no hay más pensamientos de la autora, algunos con los que estoy de acuerdo pero otros… ¿qué hay de malo en hacer cosas que se supone que son impropias de tu edad? Pues eso dice en un episodio, mientras que unos cuantos más allá, dice lo contrario. Pues me lo ha dejado claro: Que cada uno se vista y actúe como le dé la gana, mientras no haga daño a otro. Aunque no nos demos cuenta, todos los casos que se han contado en este libro son verdad, las diferencias entre sexos y clases sociales en cada etapa de la vida son claras y están a la vista de todos. Aunque puedan parecer exageraciones. Sinceramente, no me ha enseñado nada nuevo, los consejos que da a las personas mayores no van a servir de mucho si los huesos te duelen con cada movimiento. Con la iniciativa que he alucinado en colores es: “Cobra por los servicios que realizas a tu prole”. Flipo, de verdad. Imagino una comida en casa de mis padres, a la que asistimos todos los sábados: -Sólo te cobro por la ensalada y la paella, el postre va de regalo. -Vale, genial. Yo te cobro la mitad por cada mensaje borrado del móvil y de la limpieza del pc sólo me pagas la mano de obra. ¡Anda, venga yaaaaaaaaaaaa! Me han dado ganas de dejarlo, pero viendo que son menos de 200 páginas quitado crédito, agradecimientos y demás, no me he dado por vencida. Francamente, si hubiera sabido lo que me iba a encontrar, no lo habría abierto, no os lo voy a recomendar, a nadie, para ninguna edad. El tiempo es muy corto para gastarlo leyendo perogrulladas. + Leer más |