Tú no eres como otras madres de Angelika Schrobsdorff
¿Recuerdas que cada mañana íbamos primero a la plaza de San Marco, a los maitines, como decíamos, y que nos parábamos bajo las arcadas y me nacía una sensación de júbilo tan fuerte que pensaba que no podría resistir sin gritar o llorar o bailar? La belleza, la vivacidad, el placer de la existencia por todas partes, ¡era tan magnífico que no se puede expresar con palabras!».
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