Fresas silvestres de Angela Thirkell
En el cenador, en la quietud de la calurosa mañana, Gay, aquel fantasma tan dulce, se había escurrido entre sus dedos para liberarlo y dejarlo solo. Sus pensamientos, que tantos años pasaran entretenidos en las sombras del amor, habían aleteado ahora de vuelta a su corazón, libres para emprender nuevas aventuras.
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